sábado, 26 de diciembre de 2015

LA SANGRE... SANGRE QUIERE.


MACBETH. Dirección: Justin Kurzel. Guión: Tod Louiso, Michael Lesslie, Jacob Koskoff  (basado en la obra de William Shakespeare) Fotografía: Adam Arkapaw. Música: Jed Kurzel. Intérpretes: Michael Fassbender, Marion Cotillard, Paddy Considine, Davis Thewliss, Jack Reynor, Sean Harris, Julian Seager, David Hayman.

Hay que reconocer la valentía del director australiano Justin Kurzel por llevar de nuevo a la gran pantalla esta obra clásica de William Shakespeare; no por la adaptación en sí, sino porque anteriormente lo hicieron nada menos que Orson Welles, Roman Polanski o Akira Kurosawa.
 La verdad es que Kurzel puede estar bien orgulloso de su versión y sale más que airoso de cualquier comparación. Su "Macbeth" saca un gran partido del texto de Shakespeare y extrae del mismo toda su fuerza y desgarro, logrando una experiencia cinematográfica brutal.



Y no sólo ha sabido exprimir el texto, también sus dos protagonistas hacen un trabajo tan entregado y tan visceral que se adueña de la pantalla. Fassbender tiene literalmente al personaje metido dentro y transmite a la perfección esa espiral de ambición desmedida y sangrienta violencia en la que poco a poco va entrando su personaje. Por otra parte, la Lady Macbeth de Cotillard con sus cambios y contradicciones y con ese monólogo final en un primerísimo plano, es también digna de todos los elogios.



Kurzel acierta al compaginar alguno de los monólogos de Macbeth en off con otras secuencias, para que el resultado cobre mayor dinamismo visual. Aún así puedo entender que  la complejidad del texto y esas escenas en las que yo disfruto boquiabierto de las reflexiones tan bien transmitidas por sus protagonistas, puedan resultar algo densas para parte del público que no tenga muy claro lo que ha acudido a ver.
  Aunque hay algún momento de cámara lenta que me sobró, hay que admitir que el director ha dado un buen uso de las técnicas y efectos actuales para integrarlos en unas escenas de lucha de gran veracidad. Sin embargo, más allá de la cuidada ambientación o el vestuario, lo que le da a este "Macbeth" un potente estilo visual es la impresionante fotografía de Adam Arkapaw: esas luces entre la niebla de la batalla; esas estancias iluminadas por velas y sobre todo, esa sobrecogedora parte final en una atmósfera enrojecida, hacen de esta película un magnífico espectáculo para la vista.



 En definitiva, una película que gustará a los amantes del texto clásico, de las interpretaciones sobrecogedoras y de los ejercicios de estilo cinematográfico. Además, yo creo que gozará de la aprobación de los más puristas expertos en la obra de Shakespeare;  algo que, por otra parte, tampoco me quita el sueño.


CALIFICACIÓN: 8

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