martes, 30 de abril de 2013

LAS DOS CARAS DEL DOLOR


AYER NO TERMINA NUNCA. Dirección: Isabel Coixet. Guión: Isabel Coixet. Fotografía: Jordi Azategui. Música: Alfonso Villalonga. Intérpretes: Javier Cámara y Candel Peña.

Año 2017, en España la cifra del paro alcanza los 7 millones; se ha solicitado un tercer rescate financiero y Messi ha obtenido su décimo balón de oro... En este país desolado, un hombre vuelve de una próspera vida en Alemania para reencontrarse con la que fue su mujer cinco años atrás. Han de volver a verse para solucionar un trámite administrativo que sacará a relucir la desgarradora historia que dio lugar a su separación.
 La idea de una película sobre la crisis y las consecuencias de las crueles medidas de austeridad me resultaba atractiva. Uno se pregunta cuántas parejas y familias habrán visto dañadas sus vidas afectivas como efecto colateral del mundo en que vivimos. Los protagonistas de esta película son una de esas parejas, y viven su desgracia desde dos perspectivas diferentes: buscar una alternativa para escapar del dolor, o bien aferrarse al mismo como estado de lucha permanente. 
 En una película con estas características tan teatrales, dos únicos personajes en un solo escenario, es fundamental el trabajo interpretativo de los protagonistas ya que en ellos recae la mayor parte del peso del film. Afortunadamente, ambos están magníficos, inmensos, memorables... Pero quizás por las características de su personaje quedaréis impactados por la brutal y desoladora actuación de Candela Peña, quien exprime al máximo todas las posibilidades de su papel. Es la labor de Cámara y Peña motivo suficiente para ver la película. 

Candel Peña recibiendo el premio en el festival de Málaga y con la boca "tapada" para evitar repetir sus polémicos comentarios en los pasados premios Goya.

 Además, existen también detalles visualmente atractivos donde Coixet demuestra su habitual cuidado por la estética. Ahora bien, hay otros aspectos diferentes donde la directora no ha sacado el mejor de los partidos. El desarrollo cuenta con unos cuantos altibajos: entre momentos realmente conmovedores, aparecen otros tediosos, como "rellenos" de una historia que ha cumplir los minutos de un largometraje. Por otra parte, algunos detalles puntuales como su futurista escenario o reflexiones individuales de los personajes parecen forzados, impostados para buscar una intensidad que a más de uno resultará pretenciosa.
 A pesar de su irregularidad y que en conjunto no es una película redonda, el balance es positivo.


CALIFICACIÓN: 6

Entrevista a Candela Peña sobre la preparación de "Ayer no termina nunca"


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